Nunca te dejaré ni te abandonaré

A menudo decimos “fallar es humano”. Es verdad.

Seguramente a lo largo de tu vida alguien te habrá fallado delante de algún problema. O quizás tú habrás fallado a alguien.

Esto es más doloroso cuando quien nos falla es un amigo o un familiar. Pero, ¿sabes? Dios, en cambio, no falla. Él es de fiar. No es “humano”. Pero hubo una vez en la que se hizo hombre, en Jesús.

Todos sabemos algo de su vida como hombre. Sabemos que murió en la cruz. Pero no tuvo un final, sino que subió de nuevo al cielo y, desde allí, insiste en que nos fiemos de sus promesas. Nos recuerda lo que dijo hace ya miles de años: “Nunca te dejaré ni te abandonaré”.

Las personas, por buenas que seamos, somos eso: personas, con nuestras limitaciones y fallos. No somos fiables, ya que no somos perfectos. Pero Dios sí lo es, lo demostró cuando se hizo hombre. Nos dio la seguridad para confiar en él para comprobar que es fiel.  

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